Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://cormacktcd305695.blogsidea.com/45183971/detrás-del-gesto-la-verdad-del-cabezazo-de-zidane